Son ahora adultos… (Mirada personal)

Llegamos a un concepción para mi desconocido, aquella cuidad tenia algo escondido, me pareció extraño que ya las risas no me importaban, el mirar por aquel vidrio me restregó una realidad que en la televisión y en los relatos no aparece, y desde hay, el viaje tomo otra perspectiva dentro de mi cerebro.

Como puedo describir lo que mis ojos absorbían, las imágenes de fatiga, las caras perdidas mas abajo del cemento, la tierra y las piedras, la oscuridad del entorno más la poca luz que ofrecía el nublado día, que amenazaba con aguar las intenciones de los viajeros, el recorrer las calles hasta el borde costero, dejo una impresión de sumisión marcada en todo, desde los animales hasta las casas, que paso ahí que nadie me contó, que pensaran aquellas personas que de reojo miraban el bus, y volvían a inclinar su cabeza, tratando de ocultar la angustia que por sus poros irradiaba y contagiaba, tanto así, que mi alegría quedo de lado ante tanta extrañeza, el mirar por aquel pedazo de transparencia, guardo toda felicidad hasta ese minuto.

Lota, una ciudad que por si sola, pudo llevar a este país, en principios del siglo XX a ser una potencia económica, estaba cubierta por un alero de rendición ante una situación intangible, oculta a la mirada de quienes estaban a mi lado, la calle se termino, a lo lejos, vi el mar, un bus de otro colegio, lluvia y a un extraño dentro del bus, era un guía, ex minero, que daba instrucciones previas antes de bajar al forado que violó hace tantos años, la integridad de la tierra y la humana.

Al bajar del bus, mis ánimos seguían extintos, trataba de guardar la mayor cantidad de imágenes en mi cerebro como este fuese capaz, al ver que esto era fructífero, desvié mi atención del grupo, no retenía ninguna información, solo las fotografías que mi cerebro tomaba.
Llego el minuto en que tocaba bajar a las entrañas de la tierra, estaba preocupado, tenia algo de temor ante la situación que se venia, mi problema de ahogos me tenia al borde de los nervios, sentí temor, quizá estaba en las mismas condiciones que Baldomero, pero, a comparación de el, yo tenia y podía bajar.
El guía fue minero, como todos los que trabajaban ahí, me llamo la atención el entusiasmo que tenia al guiarnos, como si para el, fuese un honor tenernos ahí abajo, bajo tantos metros y aún sabiendo que nos tenia a todos en su espalda, no pareció importarle.
El recorrido fue de una hora mas o menos, siempre acompañados de el fantabuloso guía, que daba datos históricos y tecnológicos, de los mineros pioneros y los últimos, retrataba leyendas y cuentos como que ahí, habitaba el diablo, que un minero había hecho tratos con el, etc.
Todos parecían estar ahí en ese minuto, pensar en lo que contaba el guía, y solo en ello, no escuche a ninguno decir, esto apareció en el libro, esto lo ley, esto aquello, cosa que yo hice, trataba de encarnar aquellas vivencias que en unas hojas de papel romeo, tantas veces leí, y la salida de aquel ducto de mineral, fue aun peor, tenia las piernas cansadas de no se que, aquella visita, me afecto de una extraña forma.
La visita al pueblo, y a la pulpería, fue aun peor, aquellos conventillos transformados en museo, daban la sensación de burla, todos fotografiaban y mostraban caras de alegría, retrataban caras absurdas con objetos que muchos usaron en su común vivir, impregnándolos de todas sus alegrías, y sus paupérrimas condiciones, nadie vio ahí lo que se debía ver, nadie recordó lo que hay paso en 1900 hasta 1990, casi 100 años de infortunio se plasmaban en la tierra ya hecha fango, en el pasto resbaloso y en los vidrios rotos, que daban la sensación de miseria.
Partir de ese lugar, volvió la tranquilidad a mi cabeza y sentimientos.